Semanario ABC/Tijuana, B.C. — Una vez más, la empresa de transporte público Settepi protagoniza un accidente que pudo haber terminado en tragedia. Un chófer de la compañía perdió el control del vehículo tras quedarse sin frenos, impactando contra ocho automóviles en la calle Idesia, entre la primera y segunda sección de la colonia Florido. El caos vial y el riesgo para los pasajeros y transeúntes no fueron producto del azar, sino de una negligencia sistemática que Settepi ya no puede ocultar.
Este no es un caso aislado. La empresa acumula un preocupante historial de accidentes, muchos de ellos vinculados a fallas mecánicas y a la evidente falta de capacitación de sus operadores. ¿Cuántas veces más se permitirá que el transporte público funcione como una ruleta rusa para los ciudadanos?
Settepi opera bajo una lógica de simulación: presume servicio, pero entrega riesgo. En lugar de invertir en mantenimiento preventivo, protocolos de seguridad y formación profesional, parece que la empresa ha normalizado el deterioro como parte de su modelo operativo. La omisión no es solo técnica, sino política. ¿Dónde están las autoridades que deberían fiscalizar y sancionar estos abusos?
La calle Idesia se convierte en símbolo de una ciudad que ha cedido su movilidad al azar. Y cada nuevo choque es un recordatorio de que la vida de los tijuanenses está en manos de una empresa que no ha demostrado voluntad de corregir su rumbo.
¿Hasta cuándo se tolerará esta irresponsabilidad? La ciudadanía merece un transporte digno, seguro y profesional. Settepi, por el contrario, representa todo lo que debe erradicarse: precariedad, impunidad y simulación.


