López Obrador, con un tono contundente, aseguró que “sería un acto de traición a la patria el permitir que sigan con la misma política de pillaje”. Añadiendo leña al fuego, criticó la postura del Poder Judicial por supuestamente proteger a las empresas extranjeras desde que se efectuaron cambios en la Constitución.
Según el presidente, la incursión de las empresas extranjeras en la industria eléctrica se inició en 1989, durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari, quien aprobó reformas para facilitar esta intervención. La tendencia prosiguió bajo Ernesto Zedillo. Para López Obrador, es inconcebible que el Poder Judicial no haya declarado inconstitucionales dichas reformas, acusándolos de un «silencio cómplice».
Con firmeza, el mandatario también recriminó las consecuencias de las reformas, que según él, llevaron a un aumento en los precios de combustibles y energía eléctrica, favoreciendo a particulares y afectando al pueblo mexicano.
El tema eléctrico no es nuevo en la historia de México. López Obrador evocó un mensaje del ex presidente Adolfo López Mateos, quien nacionalizó la industria eléctrica y advirtió sobre las posibles amenazas de intereses extranjeros en los recursos energéticos del país. López Mateos hizo hincapié en la exclusividad de los recursos energéticos para el pueblo de México y calificó cualquier especulación en sentido contrario como una traición a la patria.
El discurso del presidente concluyó remarcando el daño causado por la política neoliberal y reiterando que la patria no puede permitirse seguir en la misma línea de saqueo.
La batalla entre los intereses estatales y privados en la industria energética mexicana sigue abierta, y este episodio es solo un capítulo más en una historia llena de tensiones y desafíos. Lo que está claro es que la defensa del patrimonio energético mexicano, para López Obrador, no es solo una cuestión política, sino una cuestión de identidad nacional.
